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Lo que puede el oír misa. Antonio Mira de Amescua Fragmento de la obra Jornada primera (Suenan cajas y salen el Conde, Infante, Fortún y Mendo.) Conde: No toquen a marchar. Las cajas callen porque en esta ribera pretendo que me hallen las luces que vagando en esta esfera alumbran otro polo. Aquí me han de mirar, o muerto o solo. En Burgos no he de entrar, ni mi palacio en sus umbrales vea que me vuelvo de espacio sin vencer a los moros; aquí sea mi habitación agora del expirar el Sol hasta la aurora. En las tiendas de campo viviremos. No digan en Castilla que los altos extremos del blasón que a los orbes maravilla faltarán por ser viejo Fernán González. Hoy fuerza y consejo administran mi pecho, y el Infante Garci Fernández puede, como mi hijo, ser cristiano Atlante que mi valor herede. Infante: Señor y padre mío, bien haces; la ribera de este río, como Burgos reciba tus ejércitos hoy; tu gente viva en el campo entre tanto que venzas a los moros con espanto. No digan que volvemos sin victoria; esperemos que vuelva Sancho Osorio. Si ha ido con ambición de gloria para espiar del moro en esta selva a vista de los astros luminosos, tu campo en escuadrones dividido, hasta volver deshechos o gloriosos, alegre vivirá. Fortún: A verte ha venido la Infanta, mi señora. Infante: De la luz de mi Sol será aurora. (Salen Violante y Blanca, con espadas, sombreros y plumas.) Violante: Señor, si vuestra alteza dos soldados admite, ejercitados mal en la milicia, ya los tiene a sus pies. |