Popis: |
Tras la 2ª Guerra Mundial la posición internacional de Italia era muy débil, en marcado contraste con sus aspiraciones. Durante unos cuantos años, la elección europea de Italia se vio influida por la idea de que ello reforzaría el estatus internacional de Italia y favorecería la revisión de un tratado de paz. Tal elección se enmarcaba igualmente en un alineamiento más amplio con Occidente, lo cual ayudaría a que las fuerzas moderadas italianas se impusiesen como líderes del paísy ganando la partida a las fuerzas de la izquierda. El verdadero punto de inflexión en la apuesta pro-europea de Italia llegó con el enfoque propugnado por Monet y el lanzamiento del Plan Shuman en 1950. Si bien Italia era escéptica de la CED, no podía en todo caso contradecir sus compromisos europeístas, de manera que en 1951 el primer ministro de Gasperi lanzó un ambicioso proyecto de Comunidad Política Europea. Este periodo puede verse como el clímax de la apuesta tanto de de Gasperi como de Italia misma por el federalismo. Por su participación en la CEE, Italia experimentó un proceso de modernización económica y social que contribuyó a una transformación radical del país. Más tarde, a pesar de tales logros, la posición de Italia en el proceso de integración se vio muy dificultado por la crisis social y política, y a mediados de los años 70 era percibida como uno de los miembros más débiles del sistema europeo occidental. En la década de los 80, Italia gozó de un proceso de aparente recuperación económica, estabilidad política y modernización social. El periodo desde 1992 a 1996 se caracterizó por una serie de gobiernos débiles cuyo principal objetivo era la recuperación del sistema económico y financiero con el fin de lograr cumplir con las exigentes cláusulas económicas del Tratado de Maastricht. En relación con ello, la fidelidad de Italia a la integración europea fue un factor vital ya que el país estaba ligado muy estrechamente a la UE y sus logros. La mayoría de la opinión pública italiana se movilizó detrás del lema “Italia debe unirse a Europa”, pero ciertas formas de euro-escepticismo empezaron a emerger en el seno de los partidos de centro-derecha. La apuesta europea de Italia sigue siendo un aspecto vital en su política exterior y en su proyección internacional, y se mantiene ligada a los éxitos de la construcción europea |