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El paisaje singular del olivar jiennense, espacio existente con anterioridad al último tercio del siglo XVIII, fue representado cartográficamente entre 1792-1797 como una de las consecuencias de la fundación de las nuevas poblaciones de Sierra Morena en 1767. Esto nos lleva a preguntarnos, entre otras cuestiones, qué territorios y parajes, cuántos árboles y de qué capacidades tuvieron los espacios dedicados al cultivo olivarero antes de las fundaciones de Carlos III. El caso de estudio de la población y jurisdicción de Baños de la Encina, que fue aledaña a las nuevas poblaciones carolinas, demuestra cómo, con los datos obtenidos del catastro de Ensenada (1749-1752), podemos confirmar que hubo un elevado número de plantíos, en diferentes parajes de los entornos, que transformaron el paisaje y contribuyeron a la riqueza de la zona con anterioridad al proyecto agrícola del conde de Campomanes y Pablo de Olavide. La metodología empleada ha sido multidisciplinar combinando diversas áreas de Humanidades (Historia, Geografía, Arqueología, Antropología, etc.) y de Ciencias (Geomática, Topografía, etc.), y el uso de herramientas como los estudios de campo, Metrología, Toponomástica, SIG. Los resultados están relacionados con la presentación de nuevas teorías experimentales del conocimiento aplicadas al olivar: total de superficie ocupada, localización en diversos parajes, densidades y distancias entre matas, orientación de los cultivos, etc. El fin último del análisis es contribuir a la puesta en valor de espacios de interés patrimonial agrario que constituyen un signo de identidad, además de un valor añadido del ámbito local y provincial. |