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Resumen La Carrera Panamericana, celebrada en México entre 1950 y 1954, significó para el automovilismo mexicano un importante paso en su proceso de institucionalización dentro del país. El evento contribuyó al desarrollo de la industria de los espectáculos deportivos masivos, generó un punto de reunión para la comunidad automovilística nacional e internacional, pero también desarrolló a los pilotos que edificaron sobre sí mismos la narrativa fundacional del automovilismo deportivo mexicano. Entre sus participantes se encontraba la actriz británica Jacqueline Evans, quien ya residía en México desde los años cuarenta. Alrededor de ella, se tejió una narrativa que contrastó los elementos nacionalistas de la sociedad mexicana, así como el contenido simbólico y cultural de la muerte a partir de la segunda mitad del siglo XX en México. Evans fue, en la historia de la Carrera Panamericana, la mujer extranjera (y extraña) “infiltrada” en una actividad peligrosa, que para la sociedad mexicana poco se vinculaba con su género: derivado de ello enfrentó una resistencia que se alcanza a apreciar nítidamente en los escritos periodísticos de la época. A pesar de ello, se convirtió en la única mujer (y una de las pocas personas) que participó en todas las ediciones de la Carrera Panamericana entre 1950 y 1954. Por eso mismo, es importante recuperar y analizar su experiencia como parte de una serie de transformaciones en el fenómeno deportivo y automovilístico. Ello es más latente si consideramos la escasez de estudios académicos sobre este evento deportivo, pero también la falta de testimonios escritos que detalles sus participaciones en la Carrera Panamericana. De esta manera, el legado de Jacqueline Evans fue sepultado por una narrativa predominantemente machista y que debe rescatarse para la historia de la mujer dentro del deporte motor. Abstract The Carrera Panamericana, held in Mexico between 1950 and 1954, meant for Mexican motorsports an important step in its process of institutionalization within the country. The event contributed to the development of the mass sports entertainment industry, generated a meeting point for the national and international automotive community, but it also developed the drivers who built upon themselves the foundational narrative of Mexican motorsport.the foundational narrative of Mexican motorsport. Among its participants was British actress Jacqueline Evans, who had been living in Mexico since the 1940s. Around it, a narrative was woven that contrasted the nationalist elements of Mexican society, as well as the symbolic and cultural content of death from the second half of the 20th century in Mexico. Evans was, in the history of the Carrera Panamericana, the foreign (and strange) woman “infiltrated” into a dangerous activity, which for Mexican society was little linked to her gender: As a result, she faced a resistance that was clearly seen in the journalistic writings of the time. Despite this, she became the only woman (and one of the few people) who participated in all the editions of the Carrera Panamericana between 1950 and 1954. For this reason, it is important to recover and analyze her experience as part of a series of transformations in the sport and automobile phenomenon. This is more latent if we consider the shortage of academic studies on this sporting event, but also the lack of written testimonies that detail their participation in the Carrera Panamericana. In this way, the legacy of Jacqueline Evans was buried by a predominantly macho narrative that must be rescued for the history of women within the motorsport. |