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Bryant Park is New York City's only 100% privately funded and managed 'public' park, making it an oft looked-to model of public-private partnerships. This paper examines the everyday workings of the park using ethnographic and archival data, and criminological and urban theory. These details help us understand how Bryant produces a theme-park-like social order in its built environment, landscaping, management, and programming of the park. I suggest that social control functions through five governing principles: visibility, classification, predictability, vulnerability, and empowerment. Everything is neatly classified, from people to activities to trash. Vulnerable design elements like flowers are chosen to suggest the park is cared for. Park-goers are meant to feel not controlled, but in-control; safe, comfortable, and empowered.This elaborate manipulation of semiotics and space serves to produce surplus value for multiple corporate interests involved in and around the park. I argue that the park operates as a site of production of revenue for these corporate interests. I explain how the park is created and marketed as a product itself, which park-goers have an unwitting share in producing. Thus New York’s elite-business community benefits from this nominally public park. Bryant Park es el único parque “público” de la ciudad de Nueva York de financiación y gestión 100% privada, lo que lo convierte a menudo en un ejemplo de partenariados público-privados. Este artículo analiza el funcionamiento cotidiano del parque, utilizando datos etnográficos y de archivo, así como teoría criminológica y urbana. Estos detalles nos ayudan a comprender cómo Bryant produce un orden social dentro del parque en el entorno creado, paisajismo, gestión y programación del parque. Se sugiere que el control social funciona a través de cinco principios de gobierno: visibilidad, clasificación, predicción, vulnerabilidad y empoderamiento. Todo está cuidadosamente clasificado, tanto las personas como las actividades o los cubos de basura. Se eligen elementos de diseño vulnerables, como flores, para sugerir que se cuida el parque. Se pretende que los visitantes del parque no se sientan controlados, pero bajo control; seguros, cómodos y con poder.Esta elaborada manipulación de semiótica y espacio sirve para producir un valor añadido para numerosos intereses corporativos que están involucrados en el parque. Se defiende que el parque funciona como un lugar de producción de ingresos para esos intereses empresariales. Se explica de qué forma se crea y comercializa el parque como un producto en sí mismo, en el que los visitantes del parque participan de forma involuntaria. De esta forma, la comunidad de negocios de élite de Nueva York se beneficia de este parque “público”, únicamente en su nombre. DOWNLOAD THIS PAPER FROM SSRN: http://ssrn.com/abstract=2655507 |