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El terremoto de Mesina-Calabria, iniciado el 5 de febrero de 1783, fue catastrófico. La reconstrucción fue gestionada desde la corte de Nápoles a través de ministros, oficiales, científicos e ingenieros militares, entre otros personajes. El vicario general Pignatelli, máximo responsable de la gestión del terremoto en Calabria, estuvo acompañado en sus primeras pesquisas por dos ingenieros militares: Antonio Winspeare y Francesco La Vega. Ellos fueron los autores de 27 cartas enviadas a Pignatelli, Acton, Jaci y Sambuca, en las cuales se describían las primeras actuaciones para remediar los efectos devastadores del terremoto. Entre los contenidos de las cartas destacan los trabajos de inspección y valoración de las ciudades destruidas, la exploración de los posibles nuevos asentamientos, atendiendo a la calidad del aire, la presencia de agua, la proximidad del litoral y de las vías principales de comunicación, pero también las negociaciones para la toma de decisiones junto a las autoridades locales, gobernadores, señores y propietarios de las tierras, agricultores y artesanos. También realizaron tareas de desecación y desviación de nuevos lagos y aguas estancadas, así como la organización de los espacios para la sepultura de los muertos, y la atención a las urgencias más inmediatas, ya que durante sus trabajos se produjeron réplicas de diversas intensidades y destrucción. En las cartas, que fueron más bien borradores de cartas, hemos diferenciado una variedad de contenidos, desde la mera presentación a las autoridades y los objetivos de sus trabajos, hasta informes continuos enviados a Pignatelli, y, finalmente, unas breves alusiones al pasado, presente y futuro de las ciudades calabresas destruidas y trasladadas de sitio, junto a la obediencia y desobediencia de algunos municipios. |