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El Valle de Ricote constituye un paisaje complejo vertebrado por el curso fluvial del río Segura en el Sudeste peninsular que se ha convertido en un espacio singular reflejo de la huella cultural de más de dos milenios, por lo que se debería proteger a través de un Plan Especial del Paisaje del Agua. Ello afectaría en diferente grado a los ocho municipios que componen el también llamado Valle Morisco por constituir uno de los últimos reductos de esta minoría étnica en la Península Ibérica hasta bien entrada la Edad Moderna. Este trabajo pretende aportar nuevos datos sobre un territorio en el que orografía, administración e historia le han otorgado un valor cultural y paisajístico protagonizado además de por una serie de construcciones, estructuras y artilugios hidráulicos, por ramblas y humedales, por tradiciones y sistemas de organización y gobernanza que hasta la fecha han quedado en un segundo plano y que resultan imprescindibles para comprender la pervivencia de la agricultura y regadíos tradicionales. Es el caso del papel que la Orden Militar de Santiago jugó en la trasformación del espacio y la forma de gobierno del agua, sistemas que se han adaptado perviviendo hasta la actualidad, y que a pesar de su importancia en la evolución del territorio son hoy poco conocidos no sólo para sus habitantes sino también para la administración local y regional. El objetivo fundamental es aportar nuevos datos, como resultado de una parte de la investigación, que a través del proyecto de I+D+I del Ministerio de Economía y Competitividad Análisis del impacto de estrategias de regeneración urbana sobre la conservación del patrimonio cultural de zonas industriales históricas, venimos realizando desde 2016. Todo ello constituye un material básico para entender los bienes patrimoniales, muchos de ellos en uso actualmente, para mostrar la trascendencia que tiene su protección no sólo en su materialidad concreta, sino en el discurso histórico que permite entender desde su pasado por qué constituyen un Patrimonio Agrario vivo que ha podido pervivir y adaptarse a nuevos señores, mejores usos, reparticiones y trasformaciones, hasta constituir una de las más relevantes señas de identidad de todo el territorio del Levante Peninsular. |