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Au milieu du vie/xiie siècle, l’apparition de l’État almohade, fondé sur une doctrine originale, a eu d’importantes conséquences territoriales. Revendiquant le titre califal, ʿAbd al-Muʾmin parvint en effet à faire l’unité, dès le milieu des années 540/1150, de l’ensemble du Maghreb et d’al‑Andalus. Comme le montre la fondation de la ville de Rabat (Maroc), la dynastie entretient un rapport très particulier à la mer, dans lequel le détroit de Gibraltar se signale par un rôle original, fréquemment traversé par des expéditions qui, commandées par le calife, portaient le ǧihād en terre andalouse. Il servit à cette occasion de vitrine au pouvoir, qui l’investit en retour d’une charge symbolique très puissante. En la mitad del siglo vi/xii, la aparición del Estado almohade, basado en una ideología original, tenía importantes consecuencias territoriales. Reivindicando el título califal, ʿAbd al-Muʾmin sucedió a unificar, desde el medio de los años 540/1150, el conjunto del Magreb y de al‑Andalus. Como lo muestra la fundación de la ciudad de Rabat (Marruecos), la dinastía se caracteriza por una relación muy particular al mar, el Estrecho teniendo un papel original. Fue regularmente cruzado por expediciones mandadas por el califa, que llevaban el ŷihād en tierra ibérica. Sirvió entonces de verdadera vitrina para el poder, que lo invistió de vuelta de una carga simbólica muy poderosa. |
