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Es evidente que una buena intención debería ser pensar y actuar en un escenario del Diseño que pretenda tener la máxima carga de profundidad. Exprimiendo para ello neuronas y tiempo. Es un deber para con el planeta y la sociedad. Y eso se dará mejor si precisamente también el Diseño se abre y se instala entre los campos de las ciencias y de las humanidades. Por otro lado, podría pensarse que lo factible en Diseño sería sobre todo de lo que ya se tiene experiencia en verlo hecho. Aunque eso sería como el pasado, sería lo conocido, sería historia, desde Adolf Loos a Ludwig Mies van der Rohe. Y si el Diseño se queda cómodamente sólo con lo factible no será agente de cambio social y ecológico. Sin embargo, podría decirse que lo viable sería como el presente, de lo que se empieza a tener primeros ejemplos o prospecciones realistas, lo que se tiene experimentando entre manos que se ve que pronto será factible, y que ya actúa influyendo y orientando los comportamientos sociales. Y por fin, lo deseable sería como el futuro, sería adelantarse, sería proyectar la visión hasta la frontera del conocimiento, metas a las que se quiere llegar. Viendo que sin ni siquiera tocarlo sería un factor de modificación del mundo material. Así que el deber de investigadores, profesionales y docentes del Diseño (que unificar esas tres facetas da gran ventaja) sería más también abrir e instalar el Diseño en lo deseable. De manera que en cuanto se haga viable sean otros los que se dediquen a lo factible, que por ello no les deja tiempo para hacer prospecciones de viabilidad de lo deseable. Mientras los dedicados a la investigación, profesión y docencia siguen siendo motor que arrastre a algo siempre mejor: hoy, ya en la tercera década del siglo 21, Loos habría superado pensar en “Ornamento y Delito”, y Mies actuaría sin mínimos para conseguir lo máximo, pues no trabajaban con lo factible sino con lo deseable, consiguiendo con su vida y obra que fuera viable. info:eu-repo/semantics/publishedVersion |