La real nueva economía. Más allá del frenesi de los noventa
Autor: | Amaya Gómez, Ely Norberto |
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Jazyk: | angličtina |
Rok vydání: | 2004 |
Předmět: | |
Zdroj: | Repositorio Institucional UES Universidad de El Salvador instacron:UES |
Popis: | Un estudio realizado por la Universidad de Harvard,/1 reveló que desde la década de los setenta, economistas, empresarios y periodistas ya utilizaban la expresión “nueva economía”. Ejemplo de la utilización de este término se puede observar durante la crisis del petróleo de los años setenta, ya que la industria automovilística, comenzó a comercializar modelos con motores más eficientes en el consumo de combustible. Posteriormente a mediados de los años ochenta, revistas especializadas como Fortune, sacaban en sus portadas titulares que mencionaban a la nueva economía de los Estados Unidos. Estas referencias estaban basadas en el mayor protagonismo que los sectores de servicios y de la alta tecnología, comenzaban a desempeñar en la vida económica de aquel país. Tras la caída de la bolsa de Wall Street en 1987 y el crecimiento leve de la economía norteamericana en aquella época, la nueva economía significó para el público nada menos que inseguridad laboral y desempleo, como consecuencia de unas corrientes de reconversión y re-estructuración empresarial. Las diferentes bonanzas y decadencias económicas que ha sufrido la historia nos demuestra, que cada época genera su versión propia de nueva economía. Aunque desde 1998 los informes anuales del Departamento de Comercio Norteamericano ya mencionaban otra nueva economía, no fue hasta junio del 2000 cuando por fin, pudo hablarse propiamente de una Nueva Economía donde se reconoció que los desarrollos en las tecnologías digitales habían producido nuevas forma de trabajar, nuevos medios y maneras de comunicarse así como nuevos bienes y servicios, siendo su materia prima la información, el conocimiento y las distintas formas de capital intelectual. Para algunos economistas esta Nueva Economía de información se llegó a considerar como aquella en que las leyes de la vieja economía y la estrategia empresarial convencional se habían roto. Con las nuevas capacidades tecnológicas surgidas para utilizar y compartir información, se transformaron las definiciones de empresa e industria. Las empresas líderes en el mercado, se encontraron en clara desventaja respecto a su competencia de acuerdo con las nuevas reglas de la Nueva Economía de la información. Esto se debió a factores que hasta el momento habían sido sus fortalezas. Fue claro que todos sus “activos tradicionales” los habían convertido en empresas ineficientes y sin éxito, ya que en la actualidad, lo que realmente tiene valor son entre otros: la desintermediación en la cadena de distribución, la ruptura en las tradiciones y culturas de la organización, la reinvención de las líneas de negocios, es decir como que si nada de lo anterior (vieja economía) siguiese en pie y que lo válido ahora fuese justamente todo lo contrario. Aunque han existido muchas reacciones en contra de esta Nueva Economía, existen afirmaciones, en especial luego del descalabro bursátil y financiero del 2001, que indican que hay otro significado posible, más moderado y ajustado a la realidad para este concepto. No se puede negar que durante los últimos años de las década de los noventa, la economía norteamericana disfrutó de un ciclo más largo e intenso de prosperidad, superando a los restantes países desarrollados. Ese crecimiento se sustentó entre otras variables, en un fuerte proceso de inversión, localizada básicamente en el sector manufacturero y en las industrias relacionadas con las tecnologías de la información, es decir en todas aquellas industrias que procesan, almacenan, comunican o intercambian información y se centran en ordenadores, software, telecomunicaciones e Internet. Esa expansión y dinamismo de la inversión y del sector de tecnología de información trajo consigo un crecimiento de la productividad./2 También estadísticamente, “Nueva Economía” la podemos referir a la situación estadounidense de 1996 al 2000, durante el cual se experimentó una tasa de crecimiento sin precedente, junto con una inflación baja y en la cual se logró unos mínimos históricos en las cifras de desempleo. Sin embargo, es necesario afirmar que la Nueva Economía no sólo se puede enmarcar a este período, mas bien se debe enfocar en todas aquellas estrategias y herramientas que surgieron en aquel momento para llegar a ese nivel de bonanza económica. Según los defensores de esta Nueva Economía, el mundo entró en una nueva revolución. El capital humano sustituyó al capital físico como motor del crecimiento económico. Los sectores industriales y de servicios tradicionales dejaron el paso a los servicios basados en el conocimiento, en la información, en la investigación, en la aportación y difusión de nuevas ideas. Según el Secretario de Comercio de los EEUU/3 este milagro económico no fue tanto por la introducción de las nuevas tecnologías, sino por el impacto que generó en la actividad de los trabajadores. Sin duda esta nueva economía se sustenta sobre pilares distintos a los tradicionales: la educación, las tecnologías de la comunicación, la informática, la investigación, la innovación, la importancia de la persona y del mercado, la figura del empresario emprendedor con capacidad de asumir riesgos, la idea por encima de la estructura, los derechos de propiedad sobre la creación humana entre otros. Adicionalmente el Internet ha tenido un impacto positivo en los negocios, más aún cuando esta herramienta de trabajo está dirigida hacia una mejor gestión del capital humano, específicamente del capital intelectual./4 En esta nueva era, es un hecho que cada vez se valoran más los activos intangibles de una compañía, (por ejemplo las informaciones que maneja, las experiencias y los conocimientos de sus trabajadores) más que los tradicionales activos tangibles. La experiencia de los últimos años nos ha demostrado que el modelo de crecimiento de la nueva economía se basa en muchas premisas, sin embargo no podemos dejar de mencionar las siguientes: Información y Conocimiento. Al aplicarse el poder de procesamiento de las informaciones y conocimientos, a través de nuevas tecnologías de red, las compañías son capaces de utilizar en tiempo real y en cualquier circunstancia estas herramientas. Un ejemplo de este pilar se da en las empresas minoristas ya que dentro de sus base de datos pueden encontrar todos lo gustos y preferencias de sus clientes a fin de lograr una empatía con estos. La Globalización. Esta premisa es muy importante ya que logra incrementar la competencia entre empresas, rompiendo la segmentación de mercados, facilitando el acceso en tiempo real a la información y obligando a un cambio en la gestión para buscar mayor eficiencia en los procesos productivos. A la globalización, más que al Internet, se le atribuye el impulso de nueva economía./5 Cambio Tecnológico. Los sectores de Tecnología de Información, incorporan nuevas tecnologías avanzadas y este progreso tecnológico es el motor del crecimiento en este nuevo orden económico. No obstante a la claridad de las premisas de la Nueva Economía, es un hecho que al igual que hay personas que la defienden, existen críticos y detractores. Una de las principales críticas a la que podemos hacer referencia es: ¿De verdad es tan nueva la nueva economía? Es probable que se este exagerando la transformación de la sociedad con la revolución tecnológica, ya que el mundo vivió entre 1860 y 1910 una serie de inventos que modificaron radicalmente la forma de vida y las relaciones económicas (electricidad, los motores eléctricos, el motor de combustión, el petróleo, la industria química entre otros). Sin embargo no obstante a la semejanza con otras épocas no se puede negar que las nuevas tecnologías traen consigo nuevos productos o nuevas formas de organización empresarial. Una segunda crítica se centra en la cuantificación del crecimiento de la productividad. Es innegable que en Estados Unidos existió un aumento en la productividad sin embargo sus críticos aseguran que este aumento obedece a modificaciones metodológicas en la obtención de la información y a una concentración de este incremento en sectores de tecnología de información y por el contrario la restante economía no experimentó ningún crecimiento. Como una premisa simple esta nueva economía se puede caracterizar como aquella que se enfoca en la información y el conocimiento, lo cual los convierte en los factores claves de productividad y la competitividad. Basados en esta definición, se trata de analizar, luego del estallido de la burbuja tecnológica de finales de los noventa, este nuevo orden mundial, ya que es a partir de aquí en donde surgen serios cuestionamientos a grandes compañías. Dentro de los principales cuestionamientos se pueden mencionar: ¿Ha cambiado la estrategia de las empresas? ¿Ha muerto la nueva economía? ¿Hemos retornado a la antigua economía? ¿Se ha regresado a la estrategia normal o rutinaria? Con el transcurrir del tiempo las empresas han respondido con un “no” a estas preguntas, no sin antes haber sufrido tropiezos y malos momentos por haber tomado decisiones equivocadas, como considerar la inversión en tecnología como una panacea. De acuerdo a información de Thomson Financial Securities, más de 700 empresas de tecnología han salido de la bolsa. Tres cuartos de ellas, cuando cotizaron por última vez, estaban por debajo del precio de lanzamiento. Los prestamistas y los accionistas podrían finalmente perder aún más en empresas de telecomunicaciones que han invertido mucho dinero en redes de fibra óptica. Paul Sagana/6 afirma que hay 16 redes distintas de fibra óptica cruzando Norteamérica y lo peor que todas hacen lo mismo. Sagawa estima que desde 1998 estas compañías han gastado más de U$100 mil millones en efectivo que nunca volverán a ver. Aparte de la riqueza perdida, el profesor Josh Lerne de la escuela de negocio de Harvard, advierte sobre una consecuencia negativa que potencialmente podría durar mucho más: que los inversionistas dejen de financiar incluso las buenas ideas por algunos años. Aún con todas las consecuencias negativas del estallido de la burbuja, quizás este le ha hecho un gran favor a la economía estadounidense. El auge de las acciones tecnológicas fertilizó el terreno para innovaciones en nuevas tecnologías y negocios, e hizo que las empresas de la vieja economía aceleraran su adopción de esos adelantos. Otro aspecto positivo de la burbuja tecnológica es que ayudó a otras empresas a evitar errores, y en algunos casos permitió que los competidores actuaran más rápidamente. Con todas las lecciones de los últimos años, la estrategia de las compañías ha cambiado y no sólo se asimila como una mera diferenciación con la competencia, ya que la globalización está nivelando y rediseñando todo el terreno. La velocidad del juego del mercado es sumamente rápida. La escala y el ritmo del cambio es impredecible. La economía de la información se ha movido al centro del escenario. Como resultado, la receta para una estrategia efectiva debe ahora enfocarse en procesos únicos y en reglas simples, ya que existen efímeras oportunidades de mercados que provocan una evolución de movimientos estratégicos. Por lo tanto, la Real Nueva Economía no es más que una nueva forma de hacer negocios, donde el mantener activos físicos esta siendo reemplazado por la gestión de intangibles y donde la información y el conocimiento es vital para la creación de valor de las empresas. |
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