Poesía maldita en Chile : antología 1863-1955

Autor: Farías Urayama, Francisco José
Přispěvatelé: Prain, Michelle, Facultad de Arte, Arquitectura, Diseño y Comunicaciones, Facultad de Humanidades y Educación, Escuela de Periodismo
Jazyk: Spanish; Castilian
Rok vydání: 2006
Předmět:
Popis: Tesis (Licenciado en Periodismo) DECLARACIÓN PRELIMINAR AL "MALDITO" CONCEPTO "Un poeta maldito no se corta las venas se baña con la sangre de los caídos" Bruno Vidal, Arte Marcial El oficio poético en su germinación, por el hecho mismo de erguirse hacia el lenguaje quizá más propio de la naturaleza que es la poesía, transita en ámbitos que en el espíritu del "experimentador" de versos (Rodrigo Lira, dixit), se manifiesta de manera contradictoria a la cotidianidad de relacionarse consigo y los demás. Así es como al poeta se le llenan de espinas los pensamientos, sin poder echar pie atrás de su destinada corona, porque ya no son simples y ordinarias las imágenes consecutivas resultantes del mirar, sino que se realzan para el con el propósito de renacer y manifestarse hacia el mundo. Hay en los Poetas Malditos "una vida que no puede vivirse" (Vicente Huidobro) y hay también una necesidad extrema de transmitir la crueldad de la que son víctimas, como si les estuvieran abriendo el pecho una bandada de mariposas negras, lápiz en mano, convirtiéndose ellos mismos y sus temáticas en la contra-voz productiva de una capacidad creadora devenida de su maldición divina o infernal. Los Poetas Malditos son el purgatorio mismo de su lírica; ellos padecen de cólicos poéticos casi psicosomáticos, y sus almas en pena vagan evadiéndose de la realidad efectiva, porque no les queda otra, porque sus nombres están orientados hacia lo trágico. Existe en los Poetas Malditos una declarada capacidad para correlacionar la escritura y la experiencia, el postulado de una suerte de yo trascendental que desprecia su intimidad para dar, dramáticamente testimonio de lo efímero. Cuando no se puede vivir sin dar un testimonio, hay que escribir, aunque todo se oponga, aunque la poesía se vuelva contra nuestro cuerpo efímero y lo devore. Es una ofrenda obligatoria esta antología muerta. Porque esta calaña de hombres estuvo dispuesta a ahogarse en lo más profundo de las alucinaciones frontales, con el fin, indirecto, de que nosotros recitáramos silenciosamente sus discursos más desgarradores. El tema, además de dificultoso, tropieza con enormes tergiversaciones del "maldito" concepto, que será necesario extraditar, porque, si el juego intuitivo no falla, sería iluso no proyectar cierto olor desconfiado a esta selección de flores embriagadas, flores desarticuladas por nuestra estructura definitiva y criolla de vivir, arrastrando el tedio de la congestión de fracasos, inexistentes, eminentes y subversivos. Por eso, la cordura que exige el estudio hará que las malas lenguas se traguen. En la actualidad el debate rodea la posible vigencia de lo "maldito" como constructo socio-natural de los poetas contemporáneos, argumentando la fuerza decadente de los valores posmodernistas y la situación latente de encontrarnos en una población cada día más interrelacionada con las variables sostenedoras del término. Se responderá a su debido tiempo sobre los límites traspasados por el concepto, sobre la necesidad de replantear o actualizar la manifestación de los vicios que los afectan, para así conformar un fundamento sólido que permita sostener a los autores por encima de toda especulación antojadiza. El presente es un estudio virginal sobre la tradición poética de los Poetas Malditos chilenos, aunque Jorge Teillier, según Armando Roa Vial, haya tenido la misma idea de realizar un trabajo sobre los Poetas Malditos, alguna vez, sin llegar a resultado alguno, por lo menos publicado. Por tanto, afirmamos que en Chile no existe una recopilación mamotrética sobre los autores inscritos en esta tradición. Ser Poeta Maldito nunca fue vaciar las tripas en una bandeja empapelada de poemas de Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire, Paul Verlaine o Arthur Rimbaud, o asesinar a gatos indefensos a la luz de la luna gritando en nombre de los demonios. No se es maldito porque sí, con pretensión y festejo consciente; lo verdaderamente maldito ocurre, primero, en la cabeza, por desgracia, y se dispara con impulsos contradictorios, marginales y extravagantes, vanguardistas de la personalidad
Databáze: OpenAIRE