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Lo habitual a la hora de imaginar cómo eran las guerras en la Edad Media es pensar que, los guerreros, eran un grupo de caballeros procedentes de las aristocracias dirigidos por su monarca y grupos de soldados religiosos de las órdenes militares. Lo cual no es erróneo, sino incompleto. Además de estos individuos mitificados, también existía otro sector de la población que estaba dispuesto a que luchar. Se trata de los habitantes de las ciudades y núcleos urbanos que, armados, organizaban grupos de combatientes a través de las milicias urbanas bajo las órdenes de las autoridades locales y que hacían la guerra junto al rey o actuaban de manera autónoma. Estas milicias se veían compuestas por vecinos, artesanos, campesinos y oligarcas locales registrados en las parroquias y colaciones que, obtuvieron derechos y obligaciones gracias a la legislación redactada en los fueros medievales. De esta manera pudieron formar parte de los ejércitos reales, movilizarse de manera independiente con fines y objetivos propios, defender sus posesiones de ataques enemigos o solventar los problemas que surgían dentro de sus propias comunidades. |
