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Los métodos de diagnóstico antemortem, aun con sus limitaciones, son sin lugar a dudas los más empleados en el diagnóstico de las parasitosis. Ello es debido a que normalmente son baratos, fáciles de realizar, no suelen ser invasivos y, sobre todo, porque proporcionan una gran información siempre que se realicen de forma sistemática y partan de una adecuada toma de muestras. El análisis coprológico es el más difundido, ya que una gran mayoría de los parásitos eliminan sus huevos, ooquistes o larvas a través de las heces, existiendo numerosas variantes. Las técnicas de flotación y sedimentación son las más empleadas. Aquí describimos algunas de las más usuales en función de las formas parásitas eliminadas en heces. El análisis de hierba no se realiza habitualmente en los laboratorios de diagnóstico. Sin embargo, es de gran valor en la profilaxis de las nematodosis gastrointestinales al determinar los periodos de mayor riesgo de infección. Aunque en la Península Ibérica no son demasiado numerosos los parásitos sanguíneos de los pequeños rumiantes, el frotis sanguíneo permitirá detectar la presencia de alguno de ellos. Tan importante como la técnica en sí es que dispongamos de una correcta descripción de los agentes parásitos que tenemos que diagnosticar. Por ello, proporcionamos una serie de láminas e imágenes con las características morfológicas de las principales formas parásitas diagnosticadas en los pequeños rumiantes de España. En relación con los protozoos, tanto hemáticos como digestivos, creemos que una vez detectada su presencia debemos recurrir al laboratorio especializado para el diagnóstico específico y, en su caso, el diferencial. |