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Cuando los Estados Unidos de América son fundados, los derechos civiles y ciudadanos son representados y cimentados en el espacio público (entre otros); en contraparte, a lo que en Inglaterra se hacía. Esta nueva nación democrática y libre, produce su propio paisaje para servir de catalizador social y formar desde aquí la conducta ciudadana. Este estudio, se centra en Nueva York, específicamente en Manhattan, sitio al que los holandeses llegan a colonizar el lugar, a construir y a generar un territorio que antes de ello no existe en su totalidad, esto, como la primera acción de construcción de paisaje reconocida en el sitio. La pre-configuración del medio natural, que se practica ya en Inglaterra, construyendo paisajes a través de las pinturas y cuadros con vocación bucólica, se presentan como la fórmula de generación de esos paisajes de finales del siglo XVIII y principios del XIX; la pre-configuración del ciclo de vida del medio natural, se ve alterado por la incidencia del ser humano, para luego acomodarlo a sus exigencias hedonistas del paisaje idílico que lo inserta a la arquitectura y al urbanismo. El paisaje como medio de acercamiento entre ser humano y naturaleza para la contemplación de si mismo y el deleite de superioridad sobre el medio. Aquí, se intentará mostrar cómo desde esos inicios mencionados, las prácticas han evolucionado pero mantienen unos principios que sustentan los proyectos de arquitectura del paisaje en Nueva York, un análisis desde la vieja Inglaterra hasta los tiempos contemporáneos, que están sustentados por una artificialidad conceptual, propia de un imaginario colectivo que la vuelve parte de la identidad local. Desde los trascendentalistas, pasando por Frederick Olmsted, que con la construcción del arquitecto paisajista genera el primer parque público (y artificial) de los Estados Unidos hasta unas oficinas de arquitectura que aunque no lo reconocen, muestran un perfil de arquitecto que mantiene una actividad con técnicas proyectuales antepasadas, sin exponerse como tal. Los siguientes proyectos demuestran que intrínsicamente la operatividad artificial se presenta como una premisa proyectual en el diseño de Nueva York está vigente y esa “necesidad” de tener un contacto cercano con la naturaleza y verla como un medio para muchos fines: el escenario natural, para lograr un crecimiento económico o el escenario natural como sitio de meditación dentro de la gran ciudad, y que por ejemplo, han hecho despegar a las especies de flora de la cota del suelo hasta más de cien metros de altura, describiendo esas actividades (ocultas) de artificialidad con la ayuda de operaciones tecnológicas que hacen posible “contener naturaleza” desde una base inerte y mostrar (mediante una inserción) un paisaje común de Manhattan, con un origen distinto. Si el urbanismo especulativo de la ciudad laboratorio, como le llama Rem Koolhaas, ha permitido el crecimiento vertical “sin límites”, el ente natural también ha cambiado de lugar sin que eso pueda verse como un acto discutido, formando parte de la especulación y el urbanismo que han construido, como parte una cultura “newyorker”. La construcción del paisaje ha variado según las circunstancias tecnológicas e La construcción del paisaje ha variado según las circunstancias tecnológicas e inmobiliarias, además del obligado cambio evidente en la escala, hasta enfrentarse a paisajes ya existentes como lo decía Robert Smithson y saber que antes de la intervención arquitectónica existe un “background” ambiental y un paisaje nostálgico resultante de actividades industriales y comerciales según Gillo Dorfles. High Line, generado por las antiguas vías del tren, del antiguo Meatpacking District, producto del paisaje industrial que hereda el siglo XX y que se presenta con la sugerencia de mutar a un paisaje contemporáneo del siglo XXI, que con soporte tecnológico construyen un parque lineal, crea atmósferas y ecosistemas urbanos, para darle un respiro a la ciudad; representa un “vacío” en medio de la congestión y del espectáculo, una antítesis de lo que aquí “debería” hacerse, se expone como un artificio representante de una naturaleza humanizada y de su esencia de ser, inconcluso y artificial, que lo define; y que precisamente esas características lo hacen compartir elementos proyectuales con los ejemplos presentados de la genealogía expuesta. |