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La política mexicana hacia España durante el Trienio Liberal estuvo dirigida a lograr una independencia consensuada con la antigua metrópoli. La negativa de las Cortes a refrendar el Tratado de Córdoba provocó la ruptura del consenso entre las élites mexicanas en torno al Plan de Iguala y dio lugar a un endurecimiento de la política mexicana hacia España tras la subida al trono de Agustín de Iturbide. Todo ello afectó especialmente a los peninsulares que habían optado por permanecer en México. La caída del Imperio y la llegada de los comisionados españoles abrieron un paréntesis negociador, cerrado abruptamente por el derrumbamiento del régimen constitucional español. La discusión política en torno a la relación con la ex-metrópoli se vio acompañada por la creación de un imaginario negativo sobre España que reflejaba las tensiones generadas por el desarrollo del propio proceso de independencia y por el rechazo de las Cortes al Tratado de Córdoba. El fracaso del proyecto para entronizar a un monarca Borbón, y la incertidumbre en torno a las intenciones de la antigua metrópoli se tradujeron en una creciente animadversión contra España que se extendió a los peninsulares residentes en México. Este clima antiespañol terminó por configurar un imaginario hispanófobo que hundía sus raíces en el proceso independentista, el cual acabaría condicionando las relaciones entre ambos países hasta bien entrado el siglo XX. Mexican policy towards Spain during the Liberal Triennium was aimed at achieving independence agreed with the metropolis. The refusal of the Cortes to endorse the Treaty of Córdoba caused the breakdown of the consensus among the Mexican elites around the Iguala Plan. It also involved a hardening of Mexican policy towards Spain after Agustín de Iturbide’s accession to the throne. All this affected in particular those peninsulars who had chosen to remain in Mexico. The fall of the Empire and the arrival of the Spanish commissioners opened a negotiating parenthesis, abruptly closed by the collapse of the Spanish constitutional regime. The political discussion around the relationship with the former metropolis was accompanied by the creation of a negative imaginary about Spain that transpired the tensions caused both by the development of the independence process and the Cortes rejection of the Treaty of Córdoba. Both the failure of the project to enthrone a Bourbon monarch, and the uncertainty surrounding the intentions of the old metropolis gave way to growing animosity against Spain and those peninsulars residing in Mexico. This anti-Spanish climate ended up building a hispanophobic imaginary, rooted in the independence process. It would end up conditioning the two countries relations until the 20th century. |