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El paludismo se mantiene en 2010 como uno de los grandes problemas de salud pública a nivel global. Endémico en 108 países del mundo, causa a día de hoy 250 millones de episodios clínicos y 863 000 muertes anuales, principalmente en el continente africano. El incremento en la última década de los fondos internacionales destinados a financiar actividades de control del paludismo ha condicionado un despliegue sin precedentes de herramientas de control disponibles. Así, millones de redes mosquiteras han sido distribuidas entre las poblaciones más vulnerables de África, y nuevos fármacos más potentes y eficaces han reemplazado en todos los países endémicos a los que habían quedado obsoletos. Como resultado de estos esfuerzos, y por primera vez en muchos años, estamos asistiendo a un cambio en las tendencias epidemiológicas de esta enfermedad, con una disminución de su incidencia global y, como consecuencia, una reducción de su morbimortalidad asociada. Estos progresos han espoleado a la comunidad científica a replantear de nuevo la posibilidad de erradicar esta enfermedad a nivel global. Sin embargo, y a pesar del optimismo imperante, este objetivo será imposible sin la aparición de herramientas de control nuevas y más eficaces, y no parece realista plantearlo a corto plazo. Estos esfuerzos deberán acompañarse de una agenda científica de investigación que sirva a la vez de guía para el diseño de nuevas intervenciones, pero también de mecanismo de monitorización de los progresos obtenidos. Para que el paludismo sea erradicado, también será necesario mantener un compromiso a largo plazo acompañado en paralelo de grandes esfuerzos para reforzar los frágiles sistemas de salud existentes en los países donde la enfermedad es un problema. Este artículo intentará revisar el estado actual del paludismo, en el nuevo contexto de los esfuerzos por su eliminación global. Malaria remains in 2010 a major global public health problem. The disease is endemic in 108 countries around the world, causing up to 250 million clinical episodes and 863,000 deaths annually, mainly in Africa. In the last decade, the increase of international funding available to finance malaria control activities has conditioned an unprecedented uptake of the different control tools available. Thus, millions of mosquito nets have been distributed among the most vulnerable populations in Africa, and new more potent and effective drugs have replaced those that had become obsolete in most endemic countries. As a result of these efforts, and for the first time in many years, we are witnessing a change in the epidemiology of this disease, with a decrease in its overall impact, and consequently a reduction in its associated morbidity and mortality. These developments have encouraged the scientific community to reconsider the possibility of eradicating the disease globally. However, despite the prevailing optimism, this goal will be impossible without the development of new and more effective control tools, and does not seem realistic to envisage them in the short-term. These efforts must be accompanied by a scientific research agenda that will serve both as a guideline for the design of new interventions, and also as a mechanism for monitoring the progress made. If malaria is to be eradicated, long-term commitments will be necessary, in parallel with greater efforts to strengthen the fragile health systems in countries where the disease is a problem. This article reviews the malaria situation in the light of the current efforts for its global elimination. |