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IntroducciónEl trabajo de investigación llevado a cabo parte de la transformación de los modelos de sistema penal implantados en diversos países de occidente en las últimas décadas y que, en general, supone una tendencia hacia una expansión del Derecho penal que despliega sus efectos de manera cada vez más intensa.Tras una minuciosa revisión previa de la literatura a nivel internacional, se advierte que la estructura tradicional del sistema penal no parece capaz de contener las nuevas formas de delincuencia, lo que ha dado lugar a un cambio de paradigma. El nuevo modelo parte de que la opinión pública se encuentra alarmada y no está dispuesta a comprender aproximaciones racionales a la delincuencia, por lo que es proclive a aceptar medidas dirigidas fundamentalmente a calmar el miedo al delito, a través de fórmulas eminentemente inocuizadoras, medidas extensivas de control y herramientas del sistema penal para ordenar las conductas incívicas.Este nuevo sistema de control social penal se desarrolla en un contexto y tiene unos rasgos que resultan difícilmente aprehensibles con los recursos propios de los modelos penales previos. Por ello se hace necesario desarrollar un instrumento que proporcione los elementos conceptuales adecuados para analizar esta nueva realidad, haciéndola comprensible y combatiendo así los excesos del sistema.Hipótesis y objetivosLa hipótesis principal consiste en afirmar que el modelo de la seguridad ciudadana se está asentando en nuestro ordenamiento jurídico. Como hipótesis secundaria, se considera que el grado de implantación del modelo no es igual en todas las fases del sistema, de manera que la exposición a la mirada pública del discurso sobre la delincuencia, de las decisiones de política criminal y de los procesos legislativos que estas decisiones desencadenan, aun cuando no siempre lleguen a plasmarse en normas positivas, determina con frecuencia que se adopten medidas electoralistas que suelen ser muy rigurosas, algo que sin embargo no parece ocurrir con la misma intensidad en fases posteriores del sistema penal.Para confirmar las dos hipótesis se han completado varios objetivos: descripción del nuevo modelo penal de la seguridad ciudadana, a través de diez rasgos que lo caracterizan y que sirven como un instrumento de medida; e identificación en cada fase del sistema penal de ejemplos (normas y prácticas) de cada uno de los rasgos que describen el modelo.ConclusionesSe han confirmado las hipótesis de partida en buena medida. En primer lugar, se han detectado multitud de dinámicas, procesos y prácticas que denotan que el modelo de la seguridad ciudadana está desplazando al modelo garantista, por lo que se concluye que el instrumento diseñado es idóneo para medir el grado de penetración del modelo en cada fase del sistema. En segundo lugar, se ha comprobado que la fase legislativa parece más permeable al modelo que la fase penitenciaria, mostrando esta última ciertas dinámicas de resistencia al cambio.Para terminar, se plantean propuestas que podrían evitar que el nuevo modelo se asiente totalmente en nuestro sistema penal, al constatar que la tendencia hacia penas más severas se muestra ya insostenible. |