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El estándar para el tratamiento del cáncer de recto es la resección anterior baja o ultrabaja con escisión total del mesorrecto. Técnicas cada vez menos invasivas unidas a un mayor interés por la preservación de esfínteres han llevado a realizar resecciones rectales con anastomosis cada vez más próximas al margen anal. Una de las complicaciones más importantes y más temidas por sus graves consecuencias es la fuga anastomótica. Con intención de prevenir la dehiscencia anastomótica o aliviar sus consecuencias se realizan tradicionalmente estomas derivativos tras la resección rectal con anastomosis de riesgo. Sin embargo el estoma de protección presenta morbilidad asociada, afecta a la calidad de vida del paciente, y precisa una nueva intervención para la reconstrucción del tránsito, que asocia a su vez una morbi-mortalidad significativa. Incluso uno de cada 4-6 estomas queda sin cerrar. Por todo ello el papel de los estomas de protección sigue siendo controvertido, sin encontrar respuestas con suficiente evidencia en la literatura. Este estudio tiene como objetivo hacer una revisión de la literatura para establecer el rol actual del estoma de protección. Además analizamos la corriente que boga por el cierre precoz del estoma (en los primeros 15 días tras la cirugía) y las alternativas a los estomas de protección tradicionales que han aparecido en los últimos años, como la ileostomía virtual, el tubo ileal y el dispositivo de derivación fecal. |