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A no dudarlo, la lozana andaluza, del cordobes Francisco Delicado, es un texto singular. Impreso en Venecia (1) bajo el titulo de Retrato de la lozana andaluza en lengua espanola muy clarisima, compuesto en Roma, el cual retrato demuestra lo que en Roma pasaba y contiene muchas mas cosas que la Celestina, relata de manera episodica las andanzas de Aldonza Lorenzo, mas tarde conocida como Lozana, durante su estadia en Roma en los anos previos al Saco de 1527. En dicha ciudad, la protagonista del Retrato ejerce, entre otros, el oficio de prostituta, lo que le permite relacionarse con personajes de diferentes ambientes sociales y convivir con la comunidad de exiliados espanoles, judios o conversos como ella. Ademas del relato de sus idas y venidas, destacan en el texto las varias intromisiones del autor, bien como narrador, bien como personaje y testigo directo de los hechos de su protagonista. Aunque se han identificado y clasificado las diversas funciones del autor en el dialogo, (2) no se ha reparado mucho en la relacion entre este y sus personajes ni, mas especificamente, en la actitud que el uno asume frente a los otros o viceversa. En el presente articulo analizo la participacion del autor dentro de la obra desde la perspectiva de su particular interaccion con los personajes y propongo que Delicado desestabiliza su capacidad de poder al colocarla en manos de sus protagonistas, quienes de ese modo logran desenvolverse independientemente de su influencia, juzgarla y, por momentos, hasta desafiarla. En este sentido, el autor de La Lozana andaluza subvierte, transgrede y le da una mirada sarcastica al rol de autoridad adjudicado a los escritores del Renacimiento, validandolo solo en apariencia a la hora de retratar a la prostituta. El termino 'auctor' empezo a asociarse con auctoritas durante el siglo xiii y posteriormente paso a referirse a todo aquel que, por un reconocimiento oficial--eclesiastico, academico o civil--, autentificaba sus opiniones; de ese modo, estas eran transmitidas y recibidas con respeto (Weissberger 207). Un dato que cabe resaltar es el hecho de que el 'autor,' entendido como aquel que "escrib[ia] libros, y compon[ia] y saca[ba] a luz otras obras literarias," tuviera a Dios como su modelo por excelencia, en tanto era este el "supremo hacedor y autor de todo lo criado" (Diccionario de autoridades) y que este modelo tuviera como base su conexion con el significado de 'autoridad,' el cual era el siguiente: "la razon escrita que alegamos para fundar algun proposito, y la firmisima [...] que se trae de la Sagrada Escritura, de los Concilios, de las tradiciones de los sanctos doctores, y en su proporcion de los demas que han escrito y escriben" (Covarrubias 105v). En lineas generales, pues, el autor basaba su poder en la idea de que la verdad estaba ligada a lo escrito y que su maxima representante era la palabra de Dios (Weissberger 207). Si bien esta "cultura de autoridad" era la que primo durante la Edad Media, y en mayor o menor medida estaba ligada a la importancia de imitar y mejorar las formas heredadas de la tradicion literaria, no seria el modelo a seguir en la Espana del siglo XVI. En efecto, en tiempos de Francisco Delicado, el autor empezaba a participar con mas frecuencia dentro del texto, a manera de un personaje mas; esto lo comprueban obras como Carcel de amor, La Celestina o Siervo libre de amor y escritores como Juan Ruiz o Fernando de Rojas, quienes, a diferencia de los autores medievales que los antecedieron, necesitaban asegurar de esa manera su propiedad y control "autoriales" (Burke 130-32). (3) Esta intencion bien podria aplicarse tambien a nuestro clerigo de no ser por el hecho de que Delicado avanza un paso mas y no solo establece la autoridad del escritor sobre su texto, sino que la subvierte y somete al creador a la mirada y juicio de sus personajes. En este sentido se observa una cercania a Ovidio, precursor a su vez de Rojas, quien en Los amores asume una actitud de sumision no solo frente a la traicion y desprecio de la amante, sino tambien frente al control (auctoritas) sobre su propia obra al aceptar mansamente la orden de Cupido de componer un poema amoroso en vez de uno epico, como era su deseo inicial (319, 381). … |