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La comunicaci��n cient��fica posibilita la difusi��n de conocimiento emanado de los procesos de investigaci��n. El acto de comunicar los nuevos hallazgos permite el avance de las disciplinas acad��micas, especialmente a trav��s del texto cient��fico, que no solo tiene la misi��n de poner en com��n este nuevo conocimiento, sino guardar memoria de este como precedente y base de futuros estudios. La construcci��n del texto cient��fico, el proceso de publicaci��n y la difusi��n en la ciencia han atravesado por distintas etapas a lo largo de la historia que han permitido su convencionalizaci��n y su estabilidad. En la ��poca actual, la forma en la que se escribe, se publica y se difunde, y especialmente la forma en la que se reconoce el texto cient��fico y su importancia en las disciplinas, dependen de pol��ticas establecidas por las organizaciones que realizan rankings de medici��n de producci��n acad��mica y de las universidades y centros de investigaci��n, a partir de caracter��sticas generalizadas a toda la producci��n cient��fica, sin distinci��n de disciplinas. De esta manera, los investigadores escriben, publican y difunden, tratando de alinearse a estas formas particulares. El caso de los investigadores en el ��rea de la educaci��n no es la excepci��n. En los ��ltimos a��os, las formas en las que los investigadores educativos en M��xico producen y difunden el texto cient��fico est�� en consonancia con esas formas que rigen a la academia. As��, ser��a necesario preguntarse de qu�� manera los investigadores siguen los par��metros de escritura, publicaci��n y difusi��n, y si los perciben como pertinentes, adecuados y suficientes para difundir los resultados de sus investigaciones. A partir de una entrevista a siete investigadores educativos adscritos a una universidad p��blica del norte de M��xico y del an��lisis de la producci��n de estos investigadores, se realiz�� un estudio cualitativo cuyo objetivo fue identificar de qu�� forma estos investigadores se alinean a los est��ndares de escritura, publicaci��n y difusi��n existentes, y cu��l es la opini��n que ellos tienen sobre estos aspectos, a la luz de los procesos, pr��cticas y contextos que estas actividades implican, especialmente desde su ��rea: la investigaci��n en educaci��n. Como resultado, se identifica que, aunque los investigadores se adhieren a algunos aspectos de las pol��ticas de producci��n acad��mica, en especial en lo referido a la elecci��n del g��nero textual y el tipo de revista, tambi��n son cr��ticos a la hora de reflexionar sobre aspectos como la elecci��n de la lengua inglesa para redactar sus textos, la elecci��n de revistas pertenecientes a ciertos ��ndices, el enfoque en la cantidad de citas en lugar de la calidad o pertinencia de las mismas y la falta de valoraci��n de otros tipos de textos como los de divulgaci��n, aportaciones en otro tipo de revistas como las de difusi��n o textos libres en la web. Se concluye que en el ��mbito de la investigaci��n educativa, no solo es necesario reevaluar pol��ticas de producci��n acad��mica m��s propias de las ciencias exactas, sino tambi��n identificar otros modos de difusi��n de los resultados de la investigaci��n educativa. |
