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Hace unos años se anunció el descubrimiento en Kunturqaqa de unas pinturas rupestres que serían las que, según Garcilaso, el Inka Huiraqocha mandó pintar para conmemorar su victoria sobre los chankas y, al mismo tiempo, denigrar a su padre Yahuar Huaqaq. El presente artículo tiene como objetivo probar una doble manipulación destinada, una, a presentar a Huiraqocha como vencedor de los chankas en lugar de Pachakúteq y, otra, a fabricar fraudulentamente una imagen rupestre que correspondiese al relato garcilasiano. Recurriendo al análisis etnohistórico, a la verificación arqueológica y, entre otros, a la comparación con pictogramas similares, se concluye que tales pinturas no corresponden a aves sino a un losange, mientras que el segundo “cóndor” no es más que un raspado intencional con esa forma, siendo, por el contrario, parte de un diseño mayor muy probablemente escutiforme o de unku, del mismo tipo que se encuentra en varios contextos funerarios inka en diversos lugares del país, especialmente en el valle de Yucay. Se reconfirma asimismo algo ya enunciado por Rostworowski y otros historiadores: que el reemplazo de Pachakúteq por Huiraqocha fue deliberado y producto de rencillas entre panakas reales inkas. |